Los viajes y sus protagonistas

Leí, hace algún tiempo, un texto de Aquiles Nazoa en el que hablaba de las artes y los oficios, y cuando se refería a los viajes, decía que existía el viajado y el viajero; el viajado es aquel que no es nacido en el país que visita, y sin embargo lo conoce más que el que sí nació allí.

En mi reciente viaje a México, reviví un bello momento. Mi hija Aby se fue a vivir al DF, y decidí acompañarla a montar su morada junto a su novio. En el tiempo que teníamos libre entre comprar sábanas, cubiertos, ollas, toallas, salíamos a hacer turismo, y fue maravilloso recordar mi primera vez en México, que invitada por mi amiga Marisela Berti, recorrí de una manera tan maravillosa que desde ese día, bautizamos ese recorrido “El tour de Marisela”: “Sube aquí, baja allá, no comas eso, prueba esto”, todo al ritmo de ella, apasionada, intensa, amorosa, y así íbamos de Coyoacán a las pirámides, del castillo de Chapultepec a la librería El Sótano, de comer en el SUD al mercado de la Ciudadela, del museo de Frida al Museo del Palacio de Bellas Artes, del zócalo a la basílica… lo escribo, y me emociono de pensar en todo lo que visitamos, comimos, vivimos, pero lo mejor es que en los cinco años que he sido invitada a hacer Feng Shui en su casa y las oficinas de su esposo, no hay un lugar que no se haya pasado por alto,  el poliforum, World Trade Center, Polanco, Condesa, y yo que pensaba que a la velocidad del rayo de su tour no me iba recordar de nada.

Estar allá con mi hija fue revivir cada momento con tanto detalle que mi amor crecía más aún por mi bella amiga que me enseñó México como si fuese de ella. ¡Gracias, amiga bella, por el amor que has puesto cada vez que voy!

Y pensaba en mi Gus, mi amigo argentino que ama París y que me ha hecho visitarla cada año, y que puedo ir del aeropuerto a la estación Gare du Nord y caminar hasta la Plaza República como si fuese mi vecindario y me enseñó que ir a comprar en Le Marais mis croissant de amande era tan fácil como ir a la panadería de mi casa; mi Gus me pasea por el Sena, nos tomamos nuestro vino rosado a las 5 de la tarde con Yves, soñamos con el presente para crear nuestro futuro, y ahora más hermoso aún, pues me llevó a la Provence. Los pueblos más bellos de Francia están en mi corazón, porque el mejor anfitrión me los mostró.

Recordarlo llegar a casa en su moto con el desayuno en la mano, hablar y hablar y hablar y no cansarnos de hablar de todo lo hermoso que lo rodea, “Aquí se comen las mejores trufas, aquí vivió el Marques de Sade, aquí es Gordes de los pueblos más bellos de Francia…” y pare de contar, para mí, Francia es Gus; imposible ir a París y no verlo en todas partes.

New York… mi amigo Samuel, el que hace de NY tu casa, tan rico,  tan relajado, que a veces no sé si estoy en La Gran Manzana o en un centro de meditación.

Comer, reír, pasear, caminar, descubrir, ir obligado al barrio chino con la mejor sonrisa, o subir a Top of de Rock en Rockefeller, ir a la terraza del Hudson o comer en la placita de la casa, es tan sencillo como él; salir a visitar a sus amigos, compartir la risa, el amor, el placer de vivir, no tiene precio y menos si es NY… Si alguien me ha hecho amar esa ciudad es él. Para mí, NY es de este venezolano que es ciudadano del mundo.

BERLÍN es de mi amigo Luis, otro venezolano, que no habla mucho alemán, pero que te hace vivir Alemania como si fuese suya. Escribo de mi Luis y tengo que reírme, es tan divertido, tan poeta, tan amigo, que sueño con volver para aprender más y más de esa ciudad, lo sofisticado, lujoso, exclusivo, chic de la ciudad sólo es posible conocerlo con él: “Aquí te tomarás un Martini, allá iremos por un café, aquí comeremos un postre inolvidable, allá es el sitio de la champagne, y en este parque toda la cerveza que quieras…” Mi bello amigo, ¡cómo me has hecho amar esa ciudad! que si no es por ti y Ronald, no hubiese conocido.

Mi hija Aby es Barcelona. Caminar y caminar las Ramblas, la Barceloneta, cenar en el W, ir a la Champagneria, la Iglesia María del Mar… ¡Dios, que bella es Barcelona!, llevarme luego a Monserrat oír a los niños cantores, rezar a la virgencita, para luego volver al hogar lleno de velitas, con su perrito en la puerta, esperando su regreso, la cocina roja, la mejor conversa, ¡qué rico! Si vuelvo a Barcelona será contigo, hija bella.

Y no puedo cerrar sin hablar de mi maravilloso esposo Alfredo, que no sólo es Venezuela, desde la Gran Sábana, hasta los Páramos de Mérida, rincón por rincón, todo le sabe bien, todo es bello, todo le gusta, no hay nada de mi país que él no disfrute. También mi Alfre es el responsable de que yo ame la India,  y a Nepal de mis amores. La primera vez que fue me dijo, “Te tengo que llevar” y de eso hace 15 años. Cuando cumplió su promesa yo creí que lo daba por visto y que no volvería, pero no sé qué hiciste conmigo, mi amor, que tras de ti he vuelto, y volveré mil veces más… India y Nepal eres tú, no hay  destino más sofisticado que ese, es un mar de emociones, la sonrisa de su gente, ver tu amor por sus niños, tu corazón atento al maestro, es algo inolvidable, montarme en un camello, pasear en elefante, ver el Ganges, cenar en Ananda, comprar mis Thanka, nutrir mi espíritu, no tiene precio. ¡Gracias, Alfredo! India y Nepal eres tú.

Así que a estos viajados les dedico este artículo con todo mi amor, por haberme demostrado que el mundo no tiene fronteras y que estamos para amarnos.

Visita mi página web: www.audreyblanco.com

Audrey Blanco @audreyblanco

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *